“La Universidad de Santiago fue vital en mi formación personal y profesional”

En Marzo de este año, Manuel Vidal estaba en Colombia, liderando como encargado de desarrollo nuevas implementaciones que Laboratorio Hidrolab pretendía realizar en ese país. Durante dos semanas tuvo que hacer cuarentena producto del aumento de casos de Coronavirus detectados en esa nación. Solo tras ello y en un vuelo humanitario pudo regresar  a Chile, donde volvió a estar otros 14 días confinado.

Manuel estudió Licenciatura en Química entre el 2000 y 2005. Al año siguiente ingresó a Hidrolab para hacer la práctica mientras terminaba su tesis. Sin embargo, problemas económicos que debió enfrentar su familia  le impidieron finiquitar su proceso final de titulación. Fue ascendiendo por su expertiz dentro del laboratorio y diez años más tarde, gracias al apoyo de la propia empresa tuvo la opción de concluir el trámite que dejo pendiente en la Usach. La malla curricular había cambiado, por lo que debió cursar ramos extras, pero pudo titularse finalmente el 2018.

Hidrolab es un laboratorio dedicado al análisis de aguas, lodos, suelos y sedimentos, avalado por más de 25 años de experiencia, con profesionales especialistas en el área científica, tecnología de última generación y pioneros en el desarrollo e implementación de servicios de monitoreo y transmisión online de datos.

 “Siempre me gustó la química, la matemática y la física. Sin embargo, lo mío era la química. Tenía promedio 6.3. Mi enseñanza media la cursé en el Colegio Santa María de La Florida, establecimiento particular subvencionado, que tenía excelencia académica en esos años.  Éramos una familia de clase media. Mi papá estudió Metalmecánica en Inacap y ha sido toda su vida profesor de capacitación. Mi madre trabajó como secretaria, pero después decidió ser dueña de casa. Yo fui el primer integrante de mi familia en ingresar a la Universidad.

¿La Universidad de Santiago fue tu primera opción para postular?

-Cuando pensé en postular había visto la Usach, la Universidad de Chile y la UTEM. En ese tiempo no sabía la envergadura de lo que significaba tomar una carrera así y donde estudiar. Hoy creo que hay más información para decidir. Sabía del prestigio de la U. de Santiago. Quedé en lista de  espera en la U. de Chile para ingresar a Química y Farmacia, pero en la Usach postulé a Licenciatura en Química. No quise esperar. Entré de inmediato. Me gusta la química y ese era el camino. No me arrepiento de mi decisión. Yo vivía en Puente Alto desde pequeño. Los viajes eran muy extensos para llegar al centro de Santiago. El metro después ayudó, pero encontrarte con esta Universidad gigantesca, llena de estudiantes, con todas sus Escuelas y Facultades juntas, era impactante y entretenido.

No cambió mucho el tema de los trayectos. Al interior de la Usach también tenías que caminar bastante…

-Exacto. Los primeros días andaba perdido. Me decían juntémonos en Minas y no sabía cómo llegar allí. Aclimatarse me costó un mes para conocer cada lugar. Mis papás pagaron mi carrera. Tratamos de postular al crédito, pero no tuve opciones. Estoy muy agradecido de ellos por haber invertido su dinero en mi carrera profesional. Con el tiempo hice amigos en Matemática, en Ingeniería y era muy divertido observar las diferencias. Tratábamos de juntarnos en los tiempos libres. Yo soy un poco ñoño y en esos años cuando teníamos ventanas de tiempo entre una y otra clase jugábamos a los roles,  a las interpretaciones de personajes.

¿Qué recuerdos tienes de los profesores que tuviste en la Usach?

-Muchos. Con los años se me han olvidado sus nombres, pero dejaron huellas con la enseñanza que me entregaron, con las herramientas que me aportaron. Estoy muy agradecido de los académicos que traspasaron sus conocimientos a las nuevas generaciones que pretendíamos convertirnos en profesionales. Puede que no sepa cómo enfrentarme a algún método a implementar, pero sí se llegar al final, cómo plantearlo, cómo enfrentarlo. Y eso se lo debo a la experiencia que nos traspasan los profesores de la Universidad de Santiago. Puede que la Usach tenga quizás algunas falencias en equipamientos, pero yo tomé aquello como un plus. Fui ayudante de laboratorio y tenía que echarlo a andar. A veces de las cosas requeridas teníamos la mitad, así que tuve que ingeniármelas para que todos pudieran trabajar. Eso te lleva a buscar opciones y finalmente influye mucho cuando después te enfrentas al mundo laboral. Cuando las condiciones no son las más óptimas, tienes que buscarlas. Son obstáculos que te enseñan a madurar profesionalmente. No puedes bloquearte cuando no tienes las condiciones perfectas.

¿Qué rasgos ves en el egresado de la Universidad de Santiago que lo distingue frente al de otras Universidades?

-La posibilidad de adaptarse. Tú reconoces al profesional de la Usach de inmediato. No hay que darle órdenes para que se active. Busca como solucionar un problema o una necesidad. Me ha tocado mucho ver a titulados de otros planteles que llegan a trabajar y que te dicen que no pueden hacer algo porque ese algo no está. Yo les digo que se preocupen, que revisen, que lo busquen y ahí se quedan. Acostumbrarse a tener todo a mano frena cualquier acción. Fíjate que en Hidrolab he ido escalando en mi trayectoria laboral poniendo en práctica todas las técnicas que me enseñaron en la Universidad. Equipos que en la Usach prácticamente no podíamos ni tocarlos, hoy los puedo armar y desarmar, porque en el laboratorio me tocó eso. La enseñanza que tuve en la Usach fue vital para desempeñarme en mi trabajo.

¿Qué representa la Universidad de Santiago en tu formación como persona y profesional?

-La Usach fue el pilar de toda mi formación. Siempre he sido un busquilla, pero la Universidad me entregó las bases y fundamentos para el conocimiento, influyendo en cómo me manejo en el día a día.